Cada vez será más frecuente encontrar en nuestros países sudamericanos la presencia de alimentos que a la vista resultan ser muy apetitosos, grandes, con colores vibrantes y prácticamente sin defectos aparentes como manchas, decoloraciones o formas.
En mi visita a Estados Unidos puede comprobar ésta realidad. Fui a una entrega de premios de la corporación multinacional para la cual trabajaba en ese momento. Recuerdo que había una gran mesa servida con las frutas más bellas y perfectas que mis ojos hayan visto, el tamaño y los colores parecían como si fuesen hechas a mano por expertos artesanos.
Probé el cambur, melón, patilla y manzana, según recuerdo. Lo que no se me olvida es el sabor tan insípido de aquellas frutas, fue una gran decepción y también había cierta variación en la textura en su pulpa.
Parecía que comía cambur, más aún, algo me decía que eso no era cambur.
Muchas personas están pasando por esta misma epidemia de los alimentos transgénicos y lamentablemente esto también se réplica a nivel espiritual.
Está locura la podemos ver en hombres y mujeres que mutilando su cuerpo y sometiéndolo a tratamientos químicos, jamás llegarán a obtener lo que persiguen. En el fondo saben esta verdad aunque lo traten de negar a toda costa.
Más que nunca es frecuente ver mujeres y hombres muy atractivos (subjetivo), pero sin sustancia, igualmente que esas frutas, lejos de lo natural y transitando una vida transgénica.
La “transgénie” de nuestro pensamiento si es que eso existe, sumergido en el despropósito, está engendrando seres humanos, alimentos y hasta ideologías destructivas. Esforzándonos en transitar de un género a otro imposible, no queremos transitar de las tinieblas a la luz.
Lv 19:19: “19 Mis estatutos guardarás. No harás ayuntar tu ganado con animales de otra especie; tu campo no sembrarás con mezcla de semillas, y no «te pondrás» *, vestidos con mezcla de hilos.”
Si fuiste concebido a imagen de Dios, entonces sé imagen de Dios, si fuiste engendrado como mujer, entonces se mujer, de igual forma los hombres. Tu espíritu es el medio genuino para que tengas comunión con el Espíritu de Dios, úsalo.
La fruta más exquisita es la 100% natural, aún cuando tenga manchas o su color y forma no sea los más llamativos. Gracias a Dios que Él no nos mide por nuestra apariencia física, si no por nuestro corazón. Alégrate, acepta como eres, así te creó Dios. Si eres pequeño, feíto, calvito y metes el pié derecho cuando caminas, alégrate, todo es subjetivo, en África hay una tribu donde más gordo el hombre más atractivo, Dios no mira lo que mira el hombre, Él ve su imagen en ti.