¿Sin frutos?

Da el fruto que fuiste llamado a dar, no el que ves en los demás...

El Árbol Solitario

     En lo alto de una colina, crecía un árbol solitario. Los aldeanos pasaban junto a él sin prestarle mucha atención, pues no daba frutos ni tenía flores brillantes. Sin embargo, cada día, el árbol extendía sus raíces y ramas lo más que podía, fortaleciéndose en silencio.

Una mañana, una feroz tormenta golpeó al pueblo, derribando todos los árboles, arrancando raíces y dejando devastación a su paso. Pero el árbol solitario permaneció firme, inquebrantable.

Después de la tormenta, los aldeanos asombrados se acercaron al árbol para confortarse por la sombra que brindaba y se preguntaron por qué él, que no daba frutos ni flores, había resistido mientras los otros no.

¿Qué había aprendido el árbol solitario que los demás no?

Amado en Cristo, en nuestro caminar en el Reino, debes entender que los frutos que da una persona, no necesariamente deben ser los frutos que los demás deben dar. Quizás podamos ver a una persona dando frutos y nos confundimos creyendo que está haciendo bien las cosas, sin embargo, a la hora de la prueba esa persona es la primera que se quebranta.

Los árboles pueden dar frutos fuera de su tiempo por distintas causas, condiciones climáticas, estrés, prácticas de cultivo, etc. Y usualmente esos frutos no son buenos, ya que no se formaron en las mejores condiciones.

El fruto que debes dar, proviene de la relación que llegues a desarrollar con Cristo. Ocúpate de fortalecer a Cristo en ti, y tus buenos frutos beneficiarán a muchos.

El árbol de la colina, no era solitario por gusto, sino que él fue plantado en ese lugar retirado, y desde ese lugar se esforzó en hacer lo que mejor sabía. Esto trajo como resultado un gran bienestar para todos los aldeanos que pudieron protegerse del sol por la sombra que les daba.

En el sitio donde estés, en ese sitio debes procurar relacionarte con Cristo, no busques cambios, no pretendas irte a lo que consideras un mejor lugar. Si no das fruto en el desierto, no darás fruto en el fértil valle. Deja que tu dependencia de Cristo sea la que te lleve al lugar que Él tiene preparado para ti en su tiempo.

 

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