La sima del hombre

La sima del hombre es la división, la cima del hombre es la unidad en Cristo...

El hombre (varón) en sí mismo es el testimonio de la unidad, es testigo viviente del propósito divino, él tiene los los cromosomas, X e Y que definen la forma como Dios concibió la humanidad.

A lo largo de la escritura, de comienzo a fin, vemos el principio fundamental de la unidad y entender este principio es clave para ver, entrar y operar en el Reino de Dios.

El principio es sencillo pero potente: “ser uno con Dios”. Solamente aquellos que se han hecho uno con Jesucristo cumplen el propósito divino.

Ro 7:15 “Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago”.

Este versículo es la prueba de la sima del hombre, Pablo expone la triste realidad humana demostrando que el hombre está dividido contra sí mismo.

Espíritu, alma y el cuerpo del hombre no operan como una unidad.

Mr 3:25: “Y si una casa está dividida contra sí misma, tal casa no puede permanecer”.

En el huerto, Dios caminaba junto al hombre con la finalidad de enseñarlo a reinar como su imagen en la tierra, convenía hacer una contraparte de él a la que llamó varona para que unidos completarán las cinco partes del propósito divino: Fructificad, multiplicar, llenad la tierra, sojuzgadla y señoread en toda la tierra.

Jn 17:21: «para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste.»

La unidad con Dios no es una falacia, tampoco es un ardid para engañar incautos, es una de las más grandes verdades espirituales del Reino de los cielos. Pero por no ser merecedores de ello lo vemos muy lejos, inalcanzable para personas tan viscerales como nosotros.

El verdadero engaño esta en creer que es imposible lograr la unidad del ser, caminar en amor verdadero por el prójimo y finalmente llegar a amar a Dios sobre todas las cosas. Cristo lo logró como hombre, para que tú y yo también lo logremos.

Si estás casado practica verdaderamente la unidad con tu pareja, si estás soltero practica la unidad con tu prójimo y en el proceso vamos a sanar nuestra división interna como hombres y mujeres en Cristo.

Adán entendió la unidad en un principio cuando dijo: “Esto es ahora, hueso de mis huesos y carne de mi carne”. Pero al pasar el tiempo Eva estaba sola. El Reino que debía reposar en la primera pareja de hombres ya mostraba los primeros signos de división, esto se confirma con la respuesta que le dio Adán a Dios cuando fue increpado por Él, dijo: “la mujer que me diste”, se le olvidó que la mujer era él en ella, porque salió de él, antes eran uno pero ya no caminaban como uno.

El Reino se perdió por la división, y la casa no prevaleció. Pero Cristo vino a unir al hombre dividido contra sí mismo en Él, quitando la sima entre el hombre y su heredad, a la que llamamos Reino de los Cielos. Tu nombre está escrito en el libro de la vida del cordero, y por ello podrás atravesar las puertas de la ciudad eterna, la madre de los llamados santos, la nueva Jerusalén.

La sima del hombre es la división, la cima del hombre es la unidad en Cristo.

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