reyes de miseria…

¡Iglesia, no te dejes deslumbrar, tú eres la que alumbra!

     Cuando un “hijo de Dios” se deslumbra fácilmente ante el coqueteo de un gobierno terrenal, es porque padece una gran necesidad de ser reconocido. Ser tomado en cuenta por primera vez para cualquier cosa, produce claramente una emoción que nos recuerda que la carne está viva.

     Daniel, Ananías, Misael y Azarías experimentaron que era ser tomados en cuenta por un gobierno terrenal, ser escogidos como principales entre los Judíos durante la cautividad. El espíritu diferente que había en ellos los mantuvo confiados y firmes ante la avasallante riqueza, autoridad y poder de Nabucodonosor (el rey de turno).

     Ellos estaban allí para servir al rey de la mejor forma como si fuera para el verdadero Señor de señores.

     Servir a dos señores no tiene nada que ver con lo que estaba pasando en este contexto de la historia. Es el corazón el que debe servir a un solo Señor y estos cuatro Judíos tenían uno solo Señor.

     Es inevitable pensar si aquellos que se deslumbran por ser tomados en cuenta, lo hacen porque en realidad nunca entendieron que el Autor de la Vida fue el primero que lo hizo VERDADERAMENTE y de una manera total, sin intereses corruptos, solamente buscando la plenitud de ellos. Es inevitable que me pregunte si realmente tuvieron a Cristo como Señor en algún momento.

     El que está en Cristo tiene plenitud. No le pide a nadie, sólo al Rey de reyes porque es el único que da lo que conviene. No se monta como imagen, ni se deja montar por la imagen de nadie, porque él es la imagen de Cristo. No pacta ni hace negociaciones con autoridades terrenales, sólo cumple su labor bajo los principios del Reino de los Cielos. No oye palabras lisonjeras, ni las da a ninguna autoridad humana. Siempre buscará ser propicio para dar el mejor consejo que traiga arrepentimiento y transformación. No da crédito a las palabras, sino que observa bien los frutos de aquel que dice las palabras.

     Da asco como personeros de gobiernos terrenales traman sus agendas electorales queriendo manipular al pueblo del Señor, pero me duele más ver la miseria del pensamiento de muchos que se congregan y que se llaman la iglesia del Señor y siguen ciegamente a sus ministros sin cuestionar la naturaleza espiritual de sus nexos con las autoridades gubernamentales.

     La luz del mundo está para alumbrar los gobiernos de la tierra, no para servir como tarimas políticas donde un fotógrafo pueda sacar una imagen conveniente para los planes perversos de ellos.

     Daniel y sus tres amigos manifestaron la imagen de aquel varón perfecto, siendo diez veces mejores que aquellos que no tienen a Cristo. Hacen mucha falta hombres y mujeres como ellos, que ocupen cargos de gobierno en los distintos países de la región.

     Estamos para servir a los gobiernos de la tierra, no para que los gobiernos se sirvan de nosotros.

     Ruego por esos Daniel, Ananías, Misael y Azarías de hoy en día, que ocupan cargos en los gobiernos, para que manifiesten la imagen de Cristo estén donde estén. Ruego al Espíritu Santo para que convenza y llene de consuelo a los funcionarios políticos que vagan en las tinieblas de la corrupción y se vuelvan a la luz admirable.

     ¡Iglesia, no te dejes deslumbrar, tú eres la que alumbra!.

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