Renovación y Transformación

Si nuestro cuerpo se renueva, entonces el alma y el espíritu de ese cuerpo también pueden hacerlo.

El que cambia tu lamento en baile, es el mismo que cambia tu cruz por corona.

Las personas buscan con anhelo una corona que termina siendo corona de espinas de vacío y al final de ese vacío, una vida desordenada y de sufrimiento donde nunca estamos satisfechos. Lo que esta desordenado y vacío solo es llenado en la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo.

Las células de nuestro cuerpo están en un constante ciclo de vida y muerte, somos el testimonio vivo del plan renovador y transformador en Cristo Jesús en nuestra propia carne. ¿Sabías que la piel tarda aproximadamente un mes en renovarse y que la mayor parte de cuerpo lo hace entre 7 y 10 años?.

Nosotros somos en si mismos el mejor ejemplo de renovación. La transformación viene a ser en nuestro cuerpo, semejante a una renovación extrema, por ejemplo, donde antes había una niña ahora hay una mujer con órganos reproductores maduros, capaz de alojar una nueva vida en ellos. Un ejemplo clásico de transformación los sufren las mariposas que inician sus vidas eclosionando, siguen como orugas incapaces de reproducirse ya que no tienen órganos sexuales, pero durante la fase de pupa experimentan una transformación que las cambia por completo, pasan de arrastrarse a volar y con el potencial de multiplicarse.

Si nuestro cuerpo es capaz de renovarse y transformarse, entonces nuestra alma y espíritu también lo pueden hacer. La escritura dice en Romanos 12:2: «transformaos mediante la renovación de vuestro entendimiento». Esta frase no es aislada ni casual, es el deber ser, no se puede trasformar alguien que no sea capaz de renovarse primeramente. La nueva vida en Cristo es el punto de partida para la renovación y transformación tanto en el alma como en el espíritu.

El renovado y transformado es capaz de experimentar cambios dramáticos en su forma de vivir:

  • Pasa de las tinieblas a la luz admirable
  • Cambia el lamento en baile
  • Ya no anda por vista, ahora camina por fe
  • Lo que antes le angustiaba ahora lo enfrenta con fe
  • Antes se movía y hacía las obras de la carne, pero ahora se mueve y hace las obras del Espíritu
  • Su mirada estaba puesta en las cosas de la tierra y ahora su mirada esta puesta en las cosas del cielo

La salvación es semejante a una puerta que antes estaba cerrada para ti, pero por amor fue abierta para darte acceso al camino de renovación y transformación que llamamos nueva vida en Cristo Jesús.

Es importante dejar claro lo siguiente, sin la correcta alimentación tu cuerpo perderá el potencial de renovación necesaria para vivir y si lo privas del alimento, entonces sobrevendrá la muerte. De igual forma tu alma y espíritu necesitan alimentarse correctamente, el alma necesita la palabra, el espíritu necesita la oración y ambos necesitan el ayuno. Estos son los tres alimentos de la renovación y transformación espiritual.

Luego que pasen todas las cosas y durmamos en Cristo, seremos el testimonio vivo de la transformación más espectacular , Filipenses 3:21 dice: “el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, «para que sea» semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas”. Vamos a estrenar un cuerpo de gloria semejante al de nuestro Señor Jesucristo, esa es nuestra fe, si Dios lo dijo, nosotros los que estamos en Cristo le creemos.

El siguiente verso es crucial para poner en contexto la secuencia redentora del plan divino, Tito 3:5 dice: “nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo,”. La salvación es la puerta que se abre para entrar en el reino, pero sin transitar el camino de renovación por el Espíritu Santo hacemos a esa salvación un mero requisito transaccional y si no valoramos una salvación tan grande, entonces, ¿estaremos preparados para vivir en la gloria venidera?: ¡claro que no!.

Mateo 10:22 es preciso cuando dice : «el que persevere hasta el fin, éste será salvo». Esa perseverancia no es otra cosa que el camino de renovación y transformación al que fuimos llamados.

!La salvación por si sola no nos renueva ni transforma, pero transitar en el camino, la verdad y la vida si lo hace¡

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