Jn 3:5 «Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios».
Irónicamente, el mundo se está quedando sin agua, campos agrícolas, cría de animales y grandes ciudades del mundo desarrollado se están quedando sin agua. Cada vez se hace necesario hacer pozos más profundos para encontrar agua. Shanghái, la ciudad más grande de China, el gigante asiático, debe hacer racionamiento de electricidad, debido a que las grandes represas hidroeléctricas están en niveles críticos de agua. Este panorama se repite a lo largo de los distintos continentes.
El mundo se está quedando sin agua. Paradójicamente sería como decir que el mundo se está quedando sin la palabra de Dios. La agenda de los sistemas progresistas están avanzando aceleradamente, hasta en las películas para niños y textos escolares vemos cómo se quiere hacer ver natural lo que es contra natura.
La Iglesia de Cristo será sin mancha y sin arruga, esto quiere decir perfecta en poder y gloria por ser el cuerpo de Cristo. Dios lo dijo y en nuestra fe lo creemos. Esto implica que se está forjando un renuevo sustentado en el poder del Espíritu Santo para la manifestación del remanente escogido (vientos de reforma en la iglesia). Todo lo demás quedará condenado a estar sin el agua de vida eterna.
Vientos de reforma en la iglesia habla de un cuerpo donde no brillen los hombres, donde no habrá nombres o referentes de una doctrina o denominación, una iglesia sin celos, sin contiendas; una iglesia, una fe, un Dios. Puedes ver el paralelismo con lo que está levantando el adversario. Un nuevo orden mundial, una solo moneda, un solo sistema para controlar al hombre.
No es casualidad que el único país desértico con excedente de hasta un 20% de agua sea Israel, literalmente florece en el desierto. Una promesa, una verdad y fidelidad, ampara a esta nación.
Nuestra herencia es ser esa Israel espiritual que opera en el Reino de Dios. Donde sobreabunde el agua que es la palabra de Dios y donde el Espíritu a revestido a aquellos que lograron hacer morir el viejo hombre para ser nacidos del Espíritu.
Ef 4:5: “5 un Señor, una fe, un bautismo”. Este bautismo no es el de Juan, es el bautismo de Cristo, Lc 12:50 dice: “de un bautismo tengo que ser bautizado; y ¡cómo me angustio hasta que se cumpla!». Es bautismo de su muerte anunció nuestra muerte en Él, para que el imperio de pecado y de la muerte no gobierne más. La muerte en Cristo engendró vida eterna por el poder que operó en su resurrección.
Nacer de nuevo es imposible sin hacer morir el viejo hombre. Nacidos del agua y del fuego, nacidos de la Palabra y del Espíritu.
Tomar la Cruz cada día, nos recuerda que debemos morir cada día. Si debemos morir cada día, entonces hay una resurrección continua que nos renueva y perfecciona en las debilidades.
Nuestras bendiciones son grandes en Cristo, aprovechemos cada una de ellas.