Nuevos niños, nuevos adultos

Dejar las niñerias conviene, pero dejar la esencia de la niñez no. Recuerda que de los tales es el reino de los cielos.

El niño que se volvió adulto olvidando que una vez fue niño, y el niño que se volvió adulto mantenimiento su esencia de niño.

Las escrituras son extremadamente gráficas en este tema. No hace falta ser un filósofo o erudito para entender la invitación que nos hace el Señor Jesucristo para entrar en el reino de los cielos. Lamentablemente confundimos la madurez corporal e intelectual basada en la lógica humana  con la madurez espiritual.

El punto más débil de la corriente del pensamiento humano sin Dios es un amor dislocado en su esencia, quebrantado por los egos y por la sed de ser aceptados por otros como si fuera un logro, el merecimiento por haber edificado una imagen distinta a la concebida en el propósito divino.

Dislocado, quebrantado, son palabras que hablan de separación, es por eso la necesidad natural que las personas tienen de volver a experimentar la unión pero ésta vez desde una fuente distinta a la original.

En este proceso de unión equivocada, experimentamos contiendas, disensiones, juicios y prejuicios, vanagloria, pero sobre todo mucha impiedad. Al final solo queda la soledad de la nada, la insatisfacción de querer más y más de aquello que hice mi dios, a la medida de mis expectativas incumplidas y frustraciones indeseadas, un dios que no llena, que no completa. Yo falle y Dios falló, ésta es la gran justificación para edificar una vida temporal sin Él.

Así son los adultos que olvidaron que era ser un niño, es irónico, pero aún siguen siendo niños que no tienen un propósito verdadero que pueda responder a las cosas más simples de la vida. Niños malcriados por falsos padres adoptivos, el sistema de un mundo corrupto con título de padre en el cual nos extraviamos.

El hombre consume el aliento de su corta vida, de su corto paso por este mundo de preparación. La humanidad en esta tierra es comparable a un pasante universitario que debe aprobar y así estar preparados para la vida real, para el trabajo real, para operar en el propósito real de Dios.

Pero no todo son malas noticias o afirmaciones desalentadoras, el mundo está por cambiar y está a la vuelta de la esquina.

El niño podrá ser muy malcriado, pero si tiene un padre adoptivo que le enseñe el verdadero amor, entonces ese niño enderezará su camino y no se extraviará en su adultez. Llegará a ser un adulto pleno, interdependiente, es decir, que práctica el concepto de dependencia recíproca con su prójimo, viéndolo como mayor que él. Éste es un adulto pleno capaz de amar en su dimensión correcta. No existe el amor sin Dios, Él es el amor, el único amor que existe, Dios es la personificación del amor. Todo fuera de Él es un falso amor, distorsionado, lleno de intereses e hipocresías. Hablar de amor sin Dios es una de las más grandes mentiras del mundo.

Un adulto que se sabe y actúa en dependencia de Dios es un niño que hereda el reino de los cielos, cuyas riquezas y sueños están realizados en Cristo.

Un niño malcriado muestra sus flaquezas, su conducta poco deseable que ni él mismo entiende, ¿eres un niño malcriado?, ¿estás dispuesto a salir de esa condición?.

Cuán bello y agradable es un niño sano en todos los sentidos, todos quieren estar con él. La invitación está sobre la mesa, determina y tómala, lo que tienes que hacer es poner todo lo que sabes por basura, por estiércol y abrazar al Señor tu Dios en su plan redentor.

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