Mentalidad de rebaño

Cuando alguien delante de tí salte, y tú lo sigas, espero que hayas confirmado previamente que no esté ciego.

     En la iglesia de Cristo, la figura del rebaño es una metáfora comúnmente utilizada para describir a los creyentes y su relación con Jesús, el Buen Pastor. Sin embargo, esta metáfora también puede revelar un peligro significativo: la mentalidad de rebaño.

Esta mentalidad se manifiesta cuando los miembros de la iglesia siguen ciegamente a sus líderes sin cuestionar sus enseñanzas o acciones. Si los líderes están errados, todo el rebaño puede desviarse del camino correcto. Este riesgo es real, está bien documentado en las escrituras, y es nuestro deber combatirlo.

La mentalidad de rebaño se refiere a la tendencia de las personas a seguir a la multitud sin cuestionar. En el contexto de la iglesia, esto puede llevar a una obediencia ciega a los líderes, incluso cuando estos están equivocados. Las escrituras nos advierten sobre estos peligros en varias ocasiones.

En Mateo 15:14, Jesús advierte: “Dejadlos; son ciegos guías de ciegos; y si un ciego guía a otro ciego, ambos caerán en el hoyo”. Este versículo ilustra claramente el peligro de seguir a líderes espiritualmente ciegos. Si los líderes no están alineados con la verdad de Dios, aquellos que los siguen también se desviarán.

No se puede decir que una persona es espiritual porque hable en lenguas, profetice o conozca mucho de la Palabra de Dios. Una persona es realmente espiritual cuando sus acciones concuerdan con los dichos de su boca , y esos dichos están alineados a la palabra de Dios desde la inspiración del amor.

En 1 Juan 4:1, se nos exhorta: “Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo”. Aquí, Juan nos insta a no aceptar ciegamente todas las enseñanzas, sino a discernir si provienen de Dios. La falta de discernimiento puede llevar a la iglesia a aceptar doctrinas falsas.

Recuerda, no porque varias personas de autoridad concuerden con una idea, significa que esa idea sea correcta, esto es un engaño en el que muchos hemos caído.

En 2 Timoteo 4:3-4, Pablo advierte: “Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas”. Este pasaje nos muestra cómo la iglesia puede desviarse de la verdad si sigue a líderes que enseñan lo que la gente quiere oír en lugar de la verdad de Dios.

Si un creyente ciego quiere que le vaya bien, y oye de la persona que debe ser su autoridad que le va a ir bien, y escucha cosas como: “es tu temporada de apertura”, “cielos abiertos sobre tu vida”, y otras cosas mas, sin confrontar el desorden de esa persona, entonces ese mensaje será bien recibido; Jesucristo no vino a decirle a sus seguidores lo que sus almas querían oír, Él confrontó sus almas con la verdad del cielo.

Para combatir la mentalidad de rebaño, es esencial que los creyentes desarrollen discernimiento espiritual y una relación personal con Dios. Aquí hay algunas estrategias basadas en las Escrituras:

En Hechos 17:11, se nos da el ejemplo de los bereanos: “Y éstos eran más nobles que los que estaban en Tesalónica, pues recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así”. Los bereanos no aceptaban ciegamente las enseñanzas; las comparaban con las Escrituras. De igual manera, debemos estudiar la Biblia diligentemente para conocer la verdad y poder discernir el error.

Santiago 1:5 nos anima: “Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada”. La oración es fundamental para recibir sabiduría y discernimiento de Dios. Debemos pedir a Dios que nos guíe y nos dé entendimiento para reconocer la verdad.

Jesús nos enseñó en Mateo 7:15-20 a evaluar a los falsos profetas por sus frutos: “Por sus frutos los conoceréis”. No debemos aceptar ciegamente a los líderes, sino observar sus vidas y enseñanzas a la luz de la Palabra de Dios. Si sus frutos no reflejan el carácter de Cristo, debemos ser cautelosos.

Una familia pastoral puede ser muy entregada a Dios, pero luego, su religiosidad hace que los hijos no quieran saber nada del evangelio. El desorden puede estar en todos lados, inclusive en una familia pastoral.

En Efesios 4:15, Pablo nos exhorta a “que hablando la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo”. La iglesia debe ser un lugar donde se fomente la rendición de cuentas y se hable la verdad en amor. Los líderes deben ser abiertos a la corrección y los miembros deben sentirse seguros para cuestionar y buscar la verdad.

Finalmente, debemos recordar que nuestra lealtad última es a Cristo, no a los hombres. Debes ser cauteloso cuando en una congregación se habla recurrentemente de lealtad, autoridad y dinero, la manipulación está a la vuelta de la esquina.

En 1 Corintios 3:4-7, Pablo reprende a los corintios por su división en torno a líderes humanos: “Porque diciendo el uno: Yo ciertamente soy de Pablo; y el otro: Yo soy de Apolos; ¿no sois carnales? ¿Qué, pues, es Pablo? ¿Y qué es Apolos? Servidores por medio de los cuales habéis creído; y eso según lo que a cada uno concedió el Señor”. Debemos seguir a Cristo y no poner nuestra confianza en líderes humanos.

La mentalidad de rebaño en la iglesia de Cristo es un peligro real que puede llevar a la desviación de la verdad y a la ceguera espiritual. Sin embargo, al conocer la Palabra de Dios, orar por sabiduría, evaluar las enseñanzas y los frutos, fomentar una cultura de rendición de cuentas y seguir a Cristo, podemos combatir este riesgo. Recordemos siempre las palabras de Jesús en Juan 10:27: “Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen.” Que busquemos siempre escuchar y seguir la voz del Buen Pastor.

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