La verdad nos hará libres

¿En qué momento un comentario bíblico o una biblia de estudio vino a tener más peso que las palabras de Jesús?

   Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él:

«Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres«.

Juan 8:31-32

 

Muchas personas dicen tener el conocimiento de la verdad, pero lo cierto es que todas las personas viven su vida según lo que consideran que es «su verdad». Será esa verdad la que va a regir pensamientos, palabras y acciones, de modo que llevemos una vida ajustada a esa verdad.

 

Todos, en algún momento de nuestra vida o en algún área específica, nos hemos visto en la necesidad de cambiar nuestras convicciones, debido a la adquisición de un nuevo y más convincente pensamiento que, tal vez convenientemente, ofrece mejores resultados, beneficios o avances. Pasa en la ciencia, pasa en la educación, pasa en la economía, en los trayectos de camino, en las tradiciones y en los procesos del día a día; pero sobre todo, pasa a partir de nuestras vivencias.

 

El tema de la religión, tan antiguo como la misma torre de Babel (tal vez más), manifiesta los ofrecimientos humanos de un paraíso divino fuera del mundo corrupto, un lugar de reposo fuera de tanta calamidad, donde lo malo no tiene cabida. Pero para eso tienes que obedecer a la verdad, la que nuestro credo enseña. 

 

Personalmente, veo la verdad, no como un estado, sino como un proceso; un camino que nos lleva a la plenitud de la vida. Creo que la verdad no es para obedecerla, es más bien para vivirla hasta que se manifieste la obediencia; de la forma que Jesús, el verbo encarnado afirmó: yo soy el camino, la verdad y la vida, cuando quiso revelar el camino al Padre.  

 

Jesús le dice a los «judíos creyentes» que permanezcan en sus palabras. Esto no es un estado pasivo. Si entendemos el poder y el dinamismo que hay en el verbo de Dios (la palabra), entenderemos que se trata de un constante escudriñar, que nos hará extraer vida eterna de sus palabras.

 

Si queremos avanzar en el camino del conocimiento de la verdad necesitamos cuestionarnos, debemos cuestionar lo que consideramos nuestra verdad. Los judíos que creyeron a Jesús, tuvieron que hacerlo con respecto a lo que consideraron su verdad. El autocuestionamiento no es rebeldía. Es como el intento de abrir la puerta que segundos antes habríamos cerrado. Que se puede esperar de tal acción? la puerta estará abierta o cerrada. Si está cerrada nos aseguraremos, pero si está abierta, vamos a indagar en el problema hasta saber lo que en verdad pasó. Y ésto resulta en un avance en el camino hacia la plenitud.

 

Jesús para manifestar la verdad, tuvo que cuestionarse. Sería la forma de saber cuánto del Padre hay en él, y cuánto de la tradición, de la sociedad, de la familia, de lo terrenal. Jesús tuvo que lidiar con pensamientos que cuestionarían su condición de hijo de Dios. Así como cuestionó su camino a la cruz, pensando en otra posibilidad. Es de notar que en ambos casos, Jesús salió fortalecido y firme en la verdad. En el Salmo 77, Asaf se cuestiona, para entender que estaba enfermo en su alma (v.10).

 

Eileen Luders, neuróloga de la Universidad de Los Ángeles en Estados Unidos, afirma: «El autocuestionamiento es una clave fundamental para intuir qué decisiones debemos tomar. Auto cuestionarse significa hablar con uno mismo o realizar un trabajo de introspección, definido por la psicología como el conocimiento que el sujeto tiene de sus propios estados mentales para hacer una nueva valoración sobre el mundo que le rodea. La rutina muchas veces nos ensordece, nos ciega y terminamos por vivir de forma casi mecanizada. Absorbemos diariamente una cantidad de información que almacenamos en nuestro inconsciente, lo cual produce a la larga una desconexión con nuestros propios sueños y expectativas.»

 

Según Juan 8:31, es en las palabras de Jesús, el verbo encarnado, en donde debemos navegar, escudriñar y meditar para conocer la verdad, el camino eterno. Sin embargo ha resultado más fácil y menos tedioso nutrir nuestras verdades de las interpretaciones teológicas comúnmente aceptadas por la mayoría de las personas, convirtiéndose así, la verdad, en un patrón ya establecido que define nuestros pensamientos, palabras y acciones. Algo así pasaba en los tiempos del ministerio de Jesús, esto lo llevó en más de una oportunidad, a decir lo siguiente: «oísteis que fue dicho… pero yo os digo«. Cómo asumiremos hoy, una afirmación de este tipo, cuando no nos gusta ser cuestionados, ni cuestionarnos.

 

En qué momento un comentario bíblico o una biblia de estudio vino a tener más peso que las palabras de Jesús. Creo en lo profético, pero en qué momento cobró más autoridad la palabra del profeta que la del Dios que lo envió. Por eso Pablo recomienda juzgar la profecía. Cómo? a través de lo que Dios ha hablado.  

 

Cuando comemos las palabras de Jesús, crudas, sin teologías, ni interpretaciones, cuando permanecemos en ellas y ellas en nosotros, entonces nos haremos uno con la verdad, y la verdad nos hará libres.

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