Las dos fe

¿Por qué el hombre natural es hombre de poca fe?, porque pone su confianza en algo que no es verdadero...

2Co 4:13: “Pero teniendo el mismo espíritu de fe, conforme a lo que está escrito: Creí, por lo cual hablé, nosotros también creemos, por lo cual también hablamos,”

     La fe es un concepto que ha sido explorado y debatido a lo largo de la historia de la humanidad. En el contexto de lo espiritual y la religión, la fe se presenta como un elemento clave en la relación entre el hombre y lo divino. En esta reflexión, consideraremos dos tipos de fe: la fe del hombre que reside en su alma, y la fe de Dios, que habita en el espíritu del hombre y que se dice que le fue dada en medida.

Pobre del hombre que pone su confianza en la vana fe del alma, no tiene entendimiento, tal fe es el producto de la necedad del hombre que le da la espalda a lo sobrenatural de Dios.

El hombre de poca fe, es un hombre que camina sobre su propia versión de fe, forjada y templada en los hornos de su alma, producto de la razón, las emociones y su voluntad. Es una fe que se construye a través de la experiencia personal, la educación y su cultura. A menudo se ve influenciada por las circunstancias de la vida y fluctúa con ellas.

Sin fe no se recibe el Espíritu de Dios, Ga 3:14: “para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu.”

Por ser una proyección del alma del hombre, esta fe vana es susceptible a la duda y a la incredulidad, ya que está arraigada en la naturaleza no redimida del ser humano. Esta es la mal llamada fe (del alma), la que no pasa las pruebas, ni las tentaciones, la poca fe a la que se refiere Cristo en sus letras rojas.

¿Por qué el hombre natural es hombre de poca fe?, porque pone su confianza en algo que no es verdadero.

La fe del alma es religiosa e insuficiente, incapaz de arrebatar con violencia el Reino de Dios en la tierra; la fe del alma es la justificación del hombre natural ante su incapacidad de operar en la fe verdadera que mora en él.

El hombre de poca fe (fe del alma), se parece a un auto que tiene su motor en perfectas condiciones que sale a la carretera, y que tiene una falla eléctrica que hace que deje de llegar gasolina a los pistones, apagándolo en plena faena.

La fe de Dios: un don del Espíritu.

En contraste, la fe de Dios es descrita como aquella que reside en el espíritu del hombre y no en su alma. Esta fe no es un producto de la voluntad humana, sino un regalo divino. Según las Escrituras, a cada persona se le ha dado una medida de fe por parte de Dios (Romanos 12:3). Esta fe espiritual es inmutable, firme y no depende de las circunstancias externas o de las emociones fluctuantes.

La fe de Dios es una fe que trasciende la comprensión humana; es una certeza en cosas no vistas, una convicción de realidades no percibidas por los sentidos naturales (Hebreos 11:1). Es la fe que permite a los creyentes confiar plenamente en la palabra de Dios, independientemente de las tentaciones, pruebas y desafíos de la vida. Esta fe es la base de una relación personal y profunda con Dios a través del Espíritu divino.

Jud 1:20: “Pero vosotros, amados, edificándoos sobre vuestra santísima fe, orando en el Espíritu Santo,”

La fe verdadera hace que Dios intervenga y responda la oración. Al ser guiada por el Espíritu, esa oración es conveniente a la justicia, por lo tanto el cielo responderá al pedido de la boca del justo.

Es lamentable que hayan personas que no se congregan y tienen más fe que aquellos que se dicen Cristianos. La fe no se desarrolla por ir al templo, la fe se activa cuando renuncias a la lógica, a la religiosidad, a tus deseos y a la preeminencia del alma sobre tu espíritu.

¿Por qué no te alcanza la herencia que dice la escritura?, porque esa herencia es para los hijos de la fe, para los hijos de Abraham nacidos de la fe, no de hijos de ira, de sangre, ni de razonamientos.

La fe es un don que se potencia cada vez que nos exponemos a Cristo a través del Espíritu.

Donde hay fe está el Espíritu Santo, son inseparables, son las dos caras de una misma moneda, que nos da el poder de transar en lo sobrenatural según justicia. Hch 6:5: “Agradó la propuesta a toda la multitud; y eligieron a Esteban, varón lleno de fe y del Espíritu Santo, …”

Despierta, enciende tu espíritu y activa la fe, llave de acceso para entrar y operar en el Reino de los Cielos por Cristo.

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