La Oración

Develando las armas poderosas que tenemos en Cristo

Hace tiempo escuchaba las viejitas de la congregación repetir y repetir las mismas palabras, y a eso le llamaba rezar. Luego en otro tipo de congregación más recientemente me enseñaron a hablar con Dios sin necesidad de repetir palabras, donde el Espíritu Santo intercede con vehemencia ante Dios por esas oraciones.

La escritura es exquisita y su gracia es plena. Ella dice que vamos siendo perfeccionados a la estatura de Cristo. Hoy en día las cosas de Dios llegan con mayor profundidad, como vino nuevo para un tiempo nuevo para odres nuevos y renovados.

La escritura dice en Romanos 8:26 “pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos”, en Mateo 20:20 dice Jesús: “No sabéis lo que pedís”, en Santiago 4:3 dice: “pedís, y no recibís, porque pedís mal”.

Las oraciones tienen un propósito común, y es que todas buscan una respuesta divina, inclusive las oraciones de acción de gracias. El que está agradeciendo espera por educación un “de nada”, un “con mucho gusto”. Una oración que no busca causar una respuesta carece de propósito, serían palabras sin significado echadas al aire.

Si no sabemos pedir entonces es necesario que un ayudador participe activamente en la oración. Este ayudador se llama Espíritu Santo, Él es uno con Cristo, sin Él nada podemos hacer (ref. Jn 15:5). Él es imprescindible en la oración.

Cuando la escritura dice que el intercede por nosotros, no es que habla a parte con el Padre y le dice que tome en cuenta lo que estamos diciendo, no tendría sentido, porque no sabemos que pedir.

Este proceso de intercesión es distinto. Primeramente el corazón del hombre debe clamar por el Espíritu, al punto de buscar y hallar su presencia en medio nuestro y allí esperar su manifestación a través de las palabras que Él este produciendo en nuestra boca. Mateo 10:20 es crucial, es clave porque dice: “Porque no sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu de vuestro Padre que habla en vosotros”.

Esta intercesión es una intervención que el Espíritu Santo hace a nuestro espíritu , para que sea desde nosotros y guiado por Él que las palabras de justicia pasen por nuestro corazón, salgan por nuestra boca y tiene que ser así, no hay otra forma.

Escrito está que es el hombre el que tiene la autoridad delegada por Dios para manifestar en la tierra, para gobernar en su nombre, lo que él diga se ata en la tierra y los cielos responden atándolo también y lo que él diga es desatado en la tierra, entonces los cielos lo desataran, según dice Mateo 16:19.

Lucas 11:1 dice que un discípulo le pidió a Jesús que le enseñará a orar, así como Juan le enseñaba a sus discípulos. Debemos entender que aquel que está con nosotros es el que nos puede enseñar a orar. El Espíritu Santo nos enseñará si se lo pedimos continuamente.

Como dicen varias campañas publicitarias hechas por el hombre: “Ciertas condiciones aplican” para que el Espíritu Santo pueda llevar a cabo su papel intercesor.

Es imperativo:

– Que discernamos el cuerpo de Cristo, ésto se traduce en

– Estar en Cristo, esto se traduce en

– Practicar la santidad y

– Tener fe.

La oración es una de las armas más poderosas que tenemos los hijos de Dios, es por eso que el enemigo busca desesperadamente desenfocarnos de esta práctica de gobierno, de esta manifestación de Reino de los cielos en la tierra que se nos ha entregado en mayordomía.

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