El incentivo de aquel que trabaja para otro es su salario, es necesario porque nadie trabaja gratis, claro, solo si hablamos secularmente.
¿Significa esto que en el Reino no hay incentivos?, ¿Dios utiliza incentivos?, ¿es la promesa de vida eterna un incentivo?
Estemos conforme o no con nuestro salario lo recibimos, es de nosotros por derecho y le damos uso a nuestra discreción.
Pero la vida eterna, ¿la recibimos, es de nosotros por derecho y le estamos dando uso?.
El que camina por fe no ve promesas, ve realidades espirituales que son mucho más poderosas que las circunstancias físicas.
Resucitados y sentados juntamente con Cristo no es una promesa, es una realidad espiritual.
Dios no presenta la salvación como un incentivo, la salvación es un paso esencial para poder llegar a entrar en el Reino de los Cielos. Tanto la salvación como el Reino de los cielos son realidades espirituales.
Hoy en día, ¿qué estamos enseñando en las congregaciones?, ¿con qué estamos incentivando a la gente?. Con prosperidad financiera dicen muchos, sanidad de toda enfermedad dicen otros, también libertad sobre engaños, mentiras y lazos de opresión incentivan los demás.
Lo cierto es que conozco hombres de fe que han vivido temerosos de Dios, viviendo en obediencia a su palabra y no se les ve una prosperidad financiera según el modelo del mundo, pero tienen paz, padecen de enfermedades pero saben reposar en Cristo y viven las aflicciones de este mundo pero no desesperan.
2Co 4:8-9: “que estamos atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros, mas no desesperados; 9 perseguidos, mas no desamparados; derribados, pero no destruidos”.
¿Serán mentiras entonces las enseñanzas sobre la prosperidad financiera?
La escritura es clara, el que siembra tiene derecho a cosechar y cuando lo hace recibe más de lo que sembró. Esto lo podemos ver en las semillas de los frutos, muchas semillas fueron a partir de una sola. A esto se le llama multiplicación, esta es una verdadera ley que por sí sola se cumple.
Lamentablemente tenemos corta la visión y terminamos sembrando en sitios que no son adecuados para la semilla.
Las semillas deben ser sembradas en huertos que de antemano han sido preparados.
2Co 9:10: “Y el que da semilla al que siembra, y pan al que come, proveerá́ y multiplicará vuestra sementera, y aumentará los frutos de vuestra justicia,”
Este pasaje nos deja ver un principio elemental, el de la buena semilla. Es Dios quien provee la buena semilla, nosotros queremos sembrar semillas de intereses mezquinos, pensando más en el retorno que en el acto de dar. La escritura dice que cualquier cosa que hagamos sin amor de nada vale, entonces, dar sin amor de nada vale, dar por el interés de recibir de nada vale.
En tiempo de hambruna el hombre de Dios tendrá pan porque supo sembrar la semilla en su tiempo y dio buen uso a la cosecha.
El dinero incentiva porque SABEMOS que se puede hacer con el. El incentivo del hombre debe ser Cristo porque SABEMOS que en Él están contenidas todas las cosas. La escritura lo traduce como “amar a Dios sobre todas las cosas”, el amor por Dios debería ser nuestro mayor incentivo.
Pide semilla, prepara la tierra, siembra, limpia con regularidad la maleza que busca ser de tropiezo a la semilla y glorifica a Dios. Y cuando des, que sea con alegría.
2Co 9:7: “Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre.”
La mayoría va detrás de los huevos y pocos son los que van detrás de la gallina. No veas el huevo, que tú mirada esté siempre atenta en la gallina.