Imagen y Semejanza

Una cosa es que el hombre tenga la imagen de Dios, y otra muy distinta es que ese hombre pueda manifestar esa imagen...

     Cuánto más lejos esté un hombre de Dios, menos podrá proyectar la imagen que le fue dada. Una cosa es que el hombre tenga la imagen de Dios, y otra muy distinta es que ese hombre pueda manifestar esa imagen.

Jesús de Nazareth, fue el hombre nacido de mujer mas influyente que ha pisado esta tierra, porque llegó a manifestar a plenitud la imagen y la semejanza de su origen.

Todos nosotros, hombres y mujeres fuimos hechos a imagen y semejanza de Dios, las implicaciones que esto tiene, en si mismas, son capaces de dar respuestas a las preguntas más trascendentales.

¿Quién soy?, ¿para que nací?, ¿cuál es el propósito de mi vida?

El versículo 26 del capítulo 1 de Génesis, es quizá, el versículo que reúne todas las respuestas a las preguntas anteriores.

El hombre fue hecho con la imagen de Dios, dicho de otra forma, somos la proyección de Dios sobre la tierra. Y en ese mismo sentido, tenemos su semejanza , es decir, el potencial de ser como Dios, en justicia, y no como la serpiente, que con mentiras y engaños logró hacer del hombre su cómplice, para que éste malversara su diseño de dependencia, en falsa independencia. Hacerte pensar que puedes llegar a ser como Dios, para despropósito, cuando la verdad es que fuiste dotado según diseño para ser como Él, es manipulación.

Jesús de Nazareth pudo manifestar a plenitud, la imagen y la semejanza de Dios, sacando a relucir todo el potencial del diseño del hombre.

Él, pudo decir a sus seguidores: “el que me ha visto a mi, ha visto al Padre”. Allí radica el secreto de su potente influencia sobre el mundo, el máximo exponente del diseño del hombre, fructificando, multiplicando, llenando, sojuzgando y señoreando la tierra de forma genuina.

Dios, desde el principio de la creación y reordenamiento de todas las cosas, busca algo con determinación, y es que el hombre manifieste su diseño a plenitud. Y así como le dijo a Moisés que hiciera el tabernáculo del desierto según el modelo que estaba en lo alto del monte, así mismo nosotros, debemos hacer, formar, a Cristo en nosotros, según el modelo de la estatura del hombre perfecto.

¿Qué es lo que más produce una persona que logra influenciar a los demás?, y la respuesta es inspiración, y la característica más determinante para inspirar a otros de manera altamente efectiva es la autenticidad.

Ser auténtico significa ser genuino y fiel a uno mismo, lo cual genera confianza y credibilidad. Las personas se sienten más inclinadas a seguir y ser inspiradas por alguien que es transparente y honesto en sus acciones y palabras. Eso es ser genuino. La autenticidad permite a una persona conectar a un nivel más profundo con los demás, ya que muestra humanidad genuina.

El reto del cristiano, del ungido en Cristo, es manifestar en la creación que somos hijos de Dios. Y eso se hace siendo el Cristo genuino, no una copia, desarrollando el diseño de imagen y semejanza en su esplendor.

Ahora tiene sentido la oración que Jesucristo siempre le decía al Padre, en Jn 17:21: “para que todos sean uno, como tú oh Padre en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste”.

Es de suma importancia notar, que el diseño del hombre opera con el combustible de la inspiración, y esto es una operación espiritual. Adán cayó de la gracia porque se inspiró en la serpiente. Hoy, los Adanes de este tiempo, debemos inspirarnos en Cristo.

El hombre que se deja inspirar por Cristo, es vivificado hasta el punto de hacerse uno con Él, poniendo primeramente lo espiritual en orden, para que lo natural responda haciendo lo mismo. Es por eso la importancia de poner a Dios de primero en todas las cosas, ya que esto es el fundamento del orden espiritual.

Una influencia de Reino, capaz de renovar la tierra, pasa porque nosotros, los llamados Cristianos, seamos Cristo por inspiración, ya que a Cristo fuimos llamados a ser.

Al ser el hombre una proyección de Dios, debemos entender que tenemos ciertas limitaciones, o capacidades finitas. Por ejemplo, por más que lo intente, un ser humano jamás podrá correr los 100 metros planos en 5 segundos, para ello necesita de una moto o un carro.

De igual forma, un hombre jamás podrá cumplir su propósito si no llega a ser uno con Dios. En este caso, Dios sería, la moto y nosotros, operando en perfecta comunión.

Cristo cumplió su propósito en la tierra, que fue restituir el Reino al hombre, y lo hizo porque aprendió a operar en perfecta comunión con su Padre.

Ahora bien, ¿quien sigue a quién, a la hora de seguir una voluntad?. La elección a esta disyuntiva se debe vasar siempre en función del diseñador y nunca del diseño, ya que el diseñador sabe lo que le conviene al diseño. Al ser Dios nuestro diseñador, ¿a quien crees que se debe plegar la voluntad del diseño?.

Jesucristo entendió este principio con todo su ser, podemos ver en las escrituras que Jesús tiene su propia voluntad, sin embargo, jamás violentará la voluntad mayor de su Padre. El que se hace uno con el Padre, entiende cual es la voluntad que conviene cumplir.

Tienes la capacidad de ser influyente en el mundo, pero esa capacidad tiene limitaciones. Si en verdad quieres operar como sal de la tierra y luz del mundo, entonces debes plegar tu voluntad a la de Dios, y sólo así podremos llegar a hacer las grandes cosas a las que estamos llamados.

 

 

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