Humildad, pobreza y riqueza

Ser pobre no es malo, malo es creer que no necesitamos a Dios...

¿Que es la prosperidad?, ¿qué es la pobreza?, y ¿qué es la riqueza?.

La pobreza es una condición de escasez, donde se tiene poco o nada de algo en particular. La riqueza sería todo lo contrario. Y la prosperidad es la etapa intermedia entre las dos antes mencionadas. También llamamos prosperidad a una vida plena y libre de falencias.

El autor de la vida se hizo hombre dejando atrás su riqueza inconmensurable para venir a esta tierra y nacer como hombre hecho del polvo.

2Co 8:9: “9 Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos.”

El nos enseñó el camino a la verdadera riqueza. El propósito de la pobreza es mostrar nuestras debilidades y flaquezas ante la majestad de Dios, a fin de enseñarnos a ser humildes. La humildad es el fundamento de la verdadera riqueza.

El humilde es capaz de humillarse por voluntad propia, sin perseguir ningún interes.

Muchas personas se mantienen en la pobreza porque no aprenden a ser humildes, la pobreza es la escuela de la humildad y su maestro se llama necesidad.

Mr 10:21: “21 Entonces Jesús, mirándole, le amó, y le dijo: Una cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme, tomando tu cruz.”

El Maestro necesitaba enseñarle humildad al “joven rico”, por eso le invitó a empobrecerse dando todo lo que tenía.

La escritura dice de los niños, que de los tales es el Reino de los Cielos. El pobre reconoce su necesidad y esa necesidad lo lleva a humillarse. Un niño no es diferente a esta declaración, el niño es pobre, menesteroso en su espíritu y en su corazón, adolece de todo y esa condición le hace necesitar de su ayudador, de su proveedor, en una actitud humilde. No es la inocencia de un niño la que le hace acreedor del Reino, es por su necesidad natural de Dios, la cual acepta sin ninguna resistencia de su alma.

Desde la perspectiva del hombre la pobreza es una maldición, desde la perspectiva divina es un paso necesario de la justicia.

Hasta el día de hoy hemos visto la pobreza como una maldición; sin la pobreza los términos prosperidad y riqueza carecerían de significado.

Is 66:2: “Mi mano hizo todas estas cosas, y así todas estas cosas fueron, dice Jehová; pero miraré a aquel que es pobre y humilde de espíritu, y que tiembla a mi palabra.”

La pobreza es el estado perfecto para ser vistos por Dios, es un paso fundamental para entender el orden divino de las cosas y su relación. Salir de la pobreza es el paso lógico de aquel que ha sido trasladado al Reino de los cielos.

Si hay necesidad, hay pobreza, donde no hay necesidad no hay pobreza. Así que en cierto sentido todos somos pobres porque nunca llegaremos a dejar de tener necesidad y dependencia de Dios.

La verdadera pobreza es la necesidad de Dios. La falsa pobreza es la mentira del mundo que te hace vivir sin esperanza.

Miseria es mantenerse pobre por no aprender la humildad.

Se pobre de espíritu y tendrás saciada tu boca por la palabra de justicia.

Ser pobre no es malo, malo es creer que no necesitamos a Dios.

Ser pobre es una condición, y ser rico también es una condición, tanto en lo material como en lo espiritual.

Prosperidad es tener paz y poder dar al que no tiene, es dar sin miedo a perder.

Próspero es aquel que ha sido trasladado al Reino de los Cielos.

Si Dios te entrega riquezas materiales, entiende que hay propósito en ello. Debes dar de gracia lo que has recibido de gracia.

Próspero es aquel que es capaz de reír en medio de la adversidad. Humilde es aquel que verdaderamente entiende que es nada delante de Dios.

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