Con la novia se hace compromiso, pero con la esposa se establece pacto.
Cuando un pacto es establecido, sacude a los demás pactos de su misma semejanza. A lo largo de la historia del hombre sobre la tierra, Dios ha establecido varios pactos con ellos. En mi opinión, el más importante de todos ha sido el que estableció con un hombre llamado Abraham. ¿Y por qué?, porque fue un pacto que nació de la fe de un hombre que le creyó a Dios y la base donde Dios daría cumplimiento al juicio decretado en Génesis 3:15: «Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar». De esta relación con Abraham vendrían los dos pactos que han marcado la forma como Dios a buscado la unidad con los hombres hasta nuestros días.
Vivir dentro de un pacto abolido es como estar sentado en las gradas de un estadio cuyo partido terminó hace tiempo.
Del pacto con Abraham salieron dos esposas, debemos aprender de los errores de la primera, quien debió guardarse para la llegada de su esposo, pero ésta no lo hizo, fornicó y prevaricó hasta matar inclusive a su esposo representado en su mesías y que hasta el día de hoy continúa sin ser reconocido por muchos de la refundada nación de Israel.
La nueva esposa, la nueva Jerusalén, salió vestida de blanco, sin mancha y sin arruga mediante la sangre de su resucitado y reinante esposo, para que juntos y en la presencia del Espíritu Santo llenaran el monte de Jehová hasta cubrir toda la tierra de su gloria.
Éste nuevo pacto, éste nuevo matrimonio, es el que nos compete honrar, honrar el pacto en la sangre de Cristo significa sacrificio y no hay otra forma.
Lamentablemente hemos entendido mal la palabra sacrificio. Sacrificio no es dejar de comer para rebajar, sacrificio no es dejar de hacer lo que te gusta, sacrificio no es trabajar para obtener un beneficio. Sacrificio es morir para que otro viva, sacrificio es negarse a la comida para que otro pueda comer porque no alcanza para los dos, sacrificio es menguar para que otro crezca, sacrificio es buscar lo del otro para él, en otras palabras, si sacrificio tuviera un sinónimo, el más descriptivo sería amar.
Mientras la nueva esposa no entienda este hermoso y poderoso principio del reino de los cielos en la tierra, no podrá llegar a disfrutar de las inconmensurables riquezas que su Esposo le tiene preparada para que las disfruten en unidad.
Presta toda tu atención en la siguiente lectura de Lucas 10:38-42: “Aconteció que yendo de camino, entró en una aldea; y una mujer llamada Marta le recibió en su casa. Esta tenía una hermana que se llamaba María, la cual, sentándose a los pies de Jesús, oía su palabra. Pero Marta se preocupaba con muchos quehaceres, y acercándose dijo: Señor, ¿no te da cuidado que mi hermana me deje servir sola?, dile pues que me ayude. Respondiendo Jesús le dijo: Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas. Pero sólo una cosa es necesaria; y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada.”
¿Lo puedes ver ahora?, es fascinante la forma con la cual el maestro nos ilustra lo que es necesario hacer para honrar el pacto. El afán es una realidad, las aflicciones que nos presenta el mundo también lo son, y muchas Martas caen en este engaño, únicamente las Marías pueden reconocer que ante la presencia del esposo es necesario estar para honrarle y amarle hasta el final de nuestros días.