El Servicio, el ábrete sésamo del Reino

El servicio es el ábrete sésamo que nos da acceso a las riquezas que aguardan a quienes asumen la responsabilidad.

     Es incorrecto decir que las personas son irresponsables por naturaleza. La palabra “irresponsable”, al comenzar con el prefijo “ir-“, implica lo opuesto, o la incapacidad de ser responsable. Por lo tanto, las personas no son irresponsables por diseño, ya que Dios nos creó con la capacidad de serlo. Lo que realmente sucede es que no asumimos responsabilidades.

Esto lo podemos demostrar a través de hombres y mujeres que son capaces de asumir las responsabilidades que les toca afrontar. Entonces, ¿qué separa a unos de otros?. La respuesta es la necesidad.

Ninguna persona se mueve de un lugar a otro solo por hacerlo, siempre hay una necesidad de por medio.

Una mente sin entendimiento no verá la necesidad de estudiar, hacerse cargo de los hijos o alimentarse adecuadamente. La falta de entendimiento se manifiesta en mentes egoístas que solo se preocupan por sus propios asuntos, teniendo un entendimiento limitado.

Aquel que transita el camino de la renovación, es capaz de mostrar la verdadera necesidad de ese camino a otras personas. Eso es el Evangelio del Reino: aquellos que muestran a Cristo habitando en nuestros corazones. El verdadero evangelismo es mostrar al hombre renacido a los demás, aquel que transforma su entendimiento para tener la mente de Cristo. Ese que tiene la actitud correcta para hacer lo que se debe hacer en función de la justicia que nos demanda el Rey. El que no se avergüenza del Evangelio, el que se ha liberado de la religiosidad y del yugo impuesto por hombres que deberían edificar el cuerpo de Cristo.

La necesidad de la renovación del nuevo hombre tiene una poderosa fuerza transformadora que impacta a los demás. Es decir, las personas que transitan el camino de la renovación influyen por ende fuertemente en la vida de quienes están a su alrededor. Si esto no ocurre, significa que la persona no se está renovando, sino que está en etapas previas de este proceso, como la adquisición de información y la aceptación. Muchas personas que se congregan como iglesia quedan atrapadas en estas etapas, y no tanto por falta de capacidad para avanzar, sino por no asumir lo que implica seguir adelante. Muchas otras personas confunden éstas etapas con su transformación y se conforman con ello.

Hay un valle entre las personas que se informan y aceptan el evangelio del Reino y aquellas que inician el camino de la transformación. Ese valle es imposible de atravesar para quienes no asumen responsabilidades. Sin embargo, y hablo por mi propia experiencia, así como por los testimonios de muchas personas transformadas, ese valle se puede cruzar a través del servicio al prójimo.

Servir a los demás es el puente que nos lleva a la cima de la transformación del nuevo hombre atravesando el valle de la cautividad que impone el sistema del mundo. El servicio es el ábrete sésamo que nos da acceso a la riqueza que aguarda a quienes asumen la responsabilidad.

Las personas no avanzan en el evangelio del Reino porque buscan en él la manera de servirse a sí mismas, y por eso fracasan.

Si estás leyendo estas líneas, y si tienen la voluntad, el hambre y la sed de hacer justicia, entonces te insto a ponerte a la orden de tu pastor, para servir al cuerpo de Cristo en cualquier forma por muy sencilla o inadecuada que a tus ojos parezca.

Mt 20:28: “como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.”

Cristo y la Creación aguardan por tu manifestación, por tu influencia para transformar el mundo al Reino. Amén.

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