Una Iglesia sin persecución es semejante a una caja de herramientas donde hay muchos clavos pero pocos tornillos. Debería ser una caja cuyo propósito es llevar solo tornillos.
Era muy costoso ser Cristiano en los primeros siglos después de Cristo, se pagaba con la vida si te llegaban a capturar. Es por eso que nunca más desde ese tiempo hasta hoy día, la iglesia fué tan genuina.
El precio de ser cristiano en la actualidad es muy barato, basta con hacer una “oración de fe” para que seamos considerados Iglesia.
Similar es el comportamiento de la criminalidad que campea, porque ser delincuente es barato, y lo barato abunda, pereciera que tienen más derechos humanos los malhechores que la gente honesta. En la medida que el costo de la delincuencia sea mayor, en esa misma medida escaseará.
Cuando el león empieza a perseguir una manada de búfalos, van quedando atrás los más viejos y jóvenes, los enfermos y cojos, los distraídos y dormidos. Por el contrario, cuando el león persigue la manada se sabe quién está despierto, atento, fuerte y en condiciones de dar la pelea si fuera necesario.
En la «Iglesia» de hoy entramos todos y así debe ser: los fríos, tibios y calientes, los egoístas y egocéntricos, los lobos, cabras y ovejas, el trigo y la cizaña, recordemos que la Iglesia de este tiempo es como una red donde entran todo tipo de peces. Más aún, en la Iglesia de la persecución venidera (la verdadera y única Iglesia) solo entrarán los que perseveren hasta el final en la genuina fe, los hijos, reyes y sacerdotes, los llamados testigos de Cristo, aquellos perseguidos que dan gloria a Dios aún en sus aflicciones, aceptándolas con gozo. También entrarán aquellos que aún dormidos, serán levantados por ser testigos de Cristo.
El reto del ministro que fue llamado por Jesucristo es edificar a todos por igual, sin mirar quién es trigo o cizaña, de modo que no tengan excusa, dando hasta la vida por aquellos que aún ciegos, son los que Cristo predestinó.
Somos esa Iglesia de la mucha letra que mata por la poca vivencia, somos la Iglesia de la espuma que sube rápidamente, pero que así mismo baja mostrando lo que somos en realidad cuando las cosas no están a favor según el designio del mundo.
Si hoy estás pagando un bajo precio para llamarte cristiano, entonces pregúntate que tan lejos está el león rugiente de ti, que tan lejos está el caminante, que sin previo aviso llegará en tu necesidad e inmadura vida espiritual.
Podemos estar seguros que el tiempo de la persecución llegará y la palabra de Dios se cumplirá. El baile en el mundo y en la Iglesia barata se convertirá en soga para el cuello de muchos, que dormidos en sus concupiscencias tendrán su justo final.
¿Dónde estás Iglesia poderosa?, ¿detrás de que rostros estás?, ¿Dónde está esa Iglesia que se niega así misma, la que se viste de novia con atavíos de sacrificio, obediencia y honra?, ¿la que ora e intercede, la entendida en los tiempos como vírgenes de lámparas encendidas cuyo aceite no escasea?
¡Iglesia despierta, el Reino nos necesita!