2Co 3:18: “Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor.”
¿Qué ves en el espejo cuando te miras?
Un Pastor amigo dijo esta frase hace un par de días: “el cristianismo no es una religión, es un estilo de vida”.
Al cabo de un rato la frase seguía resonando en mi mente, así que me dispuse a meditar, profundizando en la escritura y en el Espíritu.
El sufijo “ismo” suele significar ‘doctrina’, ‘sistema’, ‘escuela’ o ‘movimiento’.
Así que cuando decimos Cristianismo, Catolicismo, Islamismo, Budismo, efectivamente estamos refiriéndonos a sistemas de creencias a los que llamamos religiones. En consecuencia, el Cristianismo es una de tantas religiones si lo vemos desde el sistema del mundo.
Pero el Pastor en su frase se refería más al propósito que al significado de la palabra y esto es lo que muchas veces pasamos por alto. Usamos las palabras ligeramente sin tomar en cuenta los propósitos que encierran cada una de ellas.
Co
mo estilo de vida el cristianismo tiene un protagonista, «el cristiano«. Así que busqué la ayuda del doctor Lucas para definir ésta palabra en su libro de los Hechos 11:26 cuando dice: “Y se congregaron allí todo un año con la iglesia, y enseñaron a mucha gente; y a los discípulos se les llamó cristianos por primera vez en Antioquía.”
Me saltaron tres palabras, que aplicando su significado y propósito me dieron una clara idea de lo que es un cristiano genuino.
Cada una de ellas se debe realizar, si una no se cumple en la vida de una persona, entonces no podemos ser verdaderos cristianos.
La primera palabra es “congregaron”, significa que un cristiano no puede andar solo; como dice mi pastora Sara: “en la iglesia no hay llaneros solitarios”. No se puede amar al prójimo si no experimento el roce diario con mis hermanos de la iglesia. Tú puedes ser generoso y moverte a misericordia con el desvalido, eso es fácil. Lo complicado es aprender a amar al que te mira con altivez, al que habla mal de ti, al que desea y busca tu fracaso, al que te envidia y siente celos de ti, esos son los hermanos de la iglesia, hombres y mujeres en proceso de perfección, los verdaderos prójimos.
En Segundo lugar está la palabra “enseñaron”. Un verdadero cristiano necesita de un tutor, un ayo que le enseñe, oriente y aconseje. Alguien con la autoridad delegada por el Espíritu Santo que le guíe hacia la humildad, obediencia y mansedumbre. En el nuevo pacto la palabra fue escrita en nuestras mentes y corazones, de modo que no tengamos necesidad de maestro, sino que nuestro mismo Dios es el maestro. Esta es una verdad, pero no significa que puedes aprender solo, recuerda la primera palabra (congregarse). Sería contradictorio que Dios levante el ministerio del maestro si aplicáramos de manera literal 1Jn 2:27 cuando dice: “Pero la unción que vosotros recibisteis de Él permanece en vosotros, y no tenéis necesidad de que nadie os enseñe; así como la unción misma os enseña todas las cosas, y es verdadera, y no es mentira, según ella os ha enseñado, permaneced en Él”. Tengamos presente que el gran maestro está presente en tu prójimo.
Hasta ahora parece fácil ser cristiano, únicamente con congregarme y dejarme enseñar por otro ya cumplo. Y es así, efectivamente estás cumpliendo, lo complicado se pone cuando llegamos a la tercera palabra: “discípulos”.
Se puede enseñar a mucha gente, pero no todos llegan a ser discípulos. Y aquí encontramos una palabra que merece exponer su definición, a fin de entender con más claridad su propósito.
Un discípulo es aquel que ha logrado entender que debe circuncidar su imagen (cortar el Prepucio de su corazón ), para que con sacrificio se desarrolle la imagen de Cristo en él.
No todos están dispuestos, y es razonable. Ninguna obra sobrenatural podemos hacer, y circuncidar el corazón es una de ellas. La circuncisión duele, recordatorio de sacrificio, se sangra en el proceso, testimonio de perder nuestra vida para obtener la de Cristo.
Desarrollar la imagen de Cristo habla también de su carácter. El discípulo mira a cara descubierta como en un espejo y ve la gloria de Dios en él. Los adanes (hombres y mujeres), somos los portadores de la gloria de Dios sobre esta tierra.
La próxima vez que mires al espejo, pregúntate si estás mirando la imagen de Cristo o el disfraz de cristiano que te pones los domingos para calmar tu mala conciencia.
Lamentablemente hay muchas personas que se disfrazan de cristianos todos los días, haciendo que el carnaval del mundo que se celebra en febrero quede en pañales.
Disfraces dominicales, una frase terrible. Me refiero con ello a las personas que van a la iglesia pero que se niegan a cambiar, aquellas que no están dispuestas a circuncidar su corazón, que mantienen sus oídos incircuncisos, para no oír la palabra de vida que transforma, son aquellos que se congregan pero no tiene hambre y de justicia, pues entienden la justicia como el acto de saldar cuentas y no como obedecer la voluntad de Dios por amor y agradecimiento.
En conclusión el cristianismo si es un estilo de vida, y es el estilo de vida de Cristo, vivir como rey y sacerdote manifestando el reino de los cielos sobre esta tierra, y esto es una operación sobrenatural que únicamente la podemos lograr a través del Espíritu Santo, porque sin Él nada podemos hacer.