En la vida cotidiana podemos ver comúnmente señales de tránsito que indican desvíos en la vía, no son intersecciones, tampoco un camino adicional que se abre a derecha o izquierda. Son desvíos alternos a la ruta normal, debido a que está obstruida o porque algo ha ocurrido que impide el paso.
Los desvíos tienen la intención de hacernos volver al camino principal en algún momento luego de sortear el obstáculo. Pero éste no es el caso, éstos desvíos que harán todo a su alcance para que jamás podamos volver al camino correcto.
Muchos de nosotros hemos vivido por el camino desviado «forzadamente». La cultura, la familia, el sistema establecido, han realizado una labor efectiva, y es mantenernos apartados del camino correcto. Claro, tenemos la excusa perfecta: «el camino está bloqueado».
Hace más de dos mil años vino un hombre que quitó todo obstáculo del único camino correcto. Por otro lado, el enemigo de Dios no se quedó tranquilo y ha colocado señales falsas de desvío, haciendo ver que el camino aún sigue bloqueado. Peor aún, la misma iglesia a través del hombre coloca sus propias señales de desvío y estas son las más terribles.
Hay veces que los ojos te dicen que no hay camino, puedes ver un mar delante de tí y tus enemigos detrás. Llega un punto en la vida de todo hombre donde Dios no da opciones, ni permite que otros las den.
El pueblo de Israel lo supo muy bien cuando tenían delante el mar y detrás los egipcios. Dios siempre fiel a su palabra cumplirá lo que dijo de tí. El único desvío que tendrás será la muerte sino abandonas tus miedos y te mantienes firme, caminando sobre lo que parece imposible de vencer. Esfuérzate, se valiente y levántate, mira lo que Dios te ha dado y úsalo para seguirle a Él.
Jesucristo te dió lo necesario y suficiente para atravesar el mar. Te dió su nombre, el nombre de Hijo, te dió el Espíritu Santo para que more en tí y llene con su presencia, te dió fe, te dió mente, te dió lo que has usado para enfrentarlo, para contradecirlo y para contristarlo.
Usa todo lo que tienes para hacer justicia, para entrar y caminar en su Reino. Moisés levantó su vara y la extendió sobre el mar. Levántate, ponte sobre las aflicciones y camina sobre ellas en Cristo. Las aflicciones son el suelo que pisan los que ejercen dominio en el Reino de los Cielos. Ese Reino fue establecido y no se irá nunca más de esta tierra, porque es parte de su dominio por los siglos de los siglos, Amén.
Éxodo 14: «13 Moisés dijo al pueblo: No temáis; estad firmes, y ved la salvación que Jehová hará hoy con vosotros; porque los egipcios que hoy habéis visto, nunca más para siempre los veréis. 16 Y tú alza tu vara, y extiende tu mano sobre el mar, y divídelo, y entren los hijos de Israel por en medio del mar, en seco».