De Moriah al Gólgota

¡Llegó el tiempo de honrar el pacto!

Gn 22:16,18: “y dijo: Por mí mismo he jurado, dice Jehová, que por cuanto has hecho esto, y no me has rehusado tu hijo, tu único hijo; 18 En tu simiente serán benditas todas las naciones de la tierra, por cuanto obedeciste a mi voz.”

Ga 3:16: “Ahora bien, a Abraham fueron hechas las promesas, y a su simiente. No dice: Y a las simientes, como si hablase de muchos, sino como de uno: Y a tu simiente, la cual es Cristo.”

     Desde que Abraham colocó a su único hijo en el altar de piedra, hasta que Jehová colocó a su único hijo en el altar de madera, un pacto fue consumado. Por el lado del hombre, fundamentado en la fe y por el lado de Dios fundamentado en su palabra para la bendición de todas las familias de la tierra.

He 12:2a: “puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe”.

¿Qué expresó Jesucristo cuando dijo: consumado es?.

 Jesucristo le había dicho a su Padre: “Yo te he glorificado en la tierra; he acabado la obra que me diste que hiciese.”, Jn17:4

¿Cuál fue esa obra?. Restablecer el Edén que había perdido el hombre, restituir el reinado del hombre sobre la tierra, restaurar la autoridad y señorío del reino de los cielos en la tierra. Únicamente faltaba vencer el imperio de la muerte y consumar el pacto que había hecho con el hombre que confió en Él hace más de dos mil años.

Aquel fue un pacto entre dos que alcanzaría a todos, un pacto donde los dos sacrificaron. Abraham sacrificó a su hijo previamente en su corazón tres días antes y Jehová lo hizo desde antes de la fundación del mundo. Aquel carnero trabado en un «zarzal», derramaría su sangre como sustituto temporal de la simiente que vendría. Abraham experimentaría la resurrección de Isaac tres días después sobre las mismas rocas del altar de Moriah, y aquellas mujeres que visitaron la tumba, serian testigos de la resurrección de su Señor tres días después.

La zarza ardiente pero que no se consumía no fué una coincidencia, no fue un evento al azar, fué el recordatorio del amparo legal de un pacto.

Amado lector, solamente puedo ver honor, solemnidad, respeto, legalidad, celo y un sumo cuidado por los detalles más pequeños que Jehová guardó por el hombre que creyó en Él. ¿Será sabio, prudente y conveniente, creer y confiar en la palabra de nuestro Dios?

El pacto entre Dios y Abraham fue consumado por la sangre derramada de Cristo, ese fue el “consumado es”. A partir de ese momento, la maldición de la muerte suelta a los hombres de fe.

La fe nos hace llegar al cumplimiento de nuestro propósito, aún si este no lo llegamos a ver con nuestros ojos, la fe nos hace vivir plenamente durante la vida en el cuerpo de carne, mientras esperamos la vida eterna en nuestro cuerpo de gloria que nos ha sido reservado.

La fe de Abraham hizo que Dios estableciera un pacto con una nación que sería modelo de su reino sobre la tierra, pero esa nación quebrantó el pacto al matar a su Rey y Dios encarnado. La fe de Abraham hizo que Dios estableciera un nuevo y mejor pacto fundamentado en mejores promesas, para todas las naciones de la tierra e inclusive para la nueva nación de Israel establecida en 1948 (para que se cumpliera la profecía ). De esta forma Dios honró al patriarca que le creyó y todos nosotros fuimos incluidos en esa honra.

Nos ha llegado la hora de “HONRAR EL PACTO”.

 

 

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