La descontextualización de las escrituras bíblicas es un problema que ha causado numerosos malentendidos y divisiones dentro de la comunidad cristiana. Un ejemplo notable de esto es Mateo 24, un capítulo que ha sido interpretado de diversas maneras a lo largo de la historia. En esta enseñanza, exploraremos cómo la descontextualización de Mateo 24, ha llevado a problemas doctrinales relacionados con el arrebatamiento y la tribulación, y cómo el contexto original de este pasaje siempre estuvo destinado a la generación a la que Jesús habló. Además, compararemos la descontextualización con un cáncer en el cuerpo de Cristo, analizando sus consecuencias y la necesidad de una interpretación correcta.
Mateo 24 es parte del discurso del Monte de los Olivos, donde Jesús responde a las preguntas de sus discípulos sobre la destrucción del templo, su venida y el fin del siglo. Es crucial entender que Jesús estaba hablando directamente a sus discípulos sobre eventos que ellos mismos experimentarían.
“De cierto os digo, que no pasará esta generación hasta que todo esto acontezca” (Mateo 24:34). Este versículo indica claramente que Jesús se refería a eventos que ocurrirían dentro de la vida de sus oyentes.
La doctrina del arrebatamiento, popularizada en el siglo XIX, sostiene que los creyentes serán llevados al cielo, antes, durante, o inmediatamente después de un período de gran tribulación. Sin embargo, esta interpretación a menudo se basa en una lectura descontextualizada de Mateo 24:40-41: “Entonces estarán dos en el campo; el uno será tomado, y el otro será dejado. Dos mujeres estarán moliendo en un molino; la una será tomada, y la otra será dejada”.
Al sacar estos versículos de su contexto, se ha creado la idea de un arrebatamiento secreto, cuando en realidad, Jesús estaba hablando de la destrucción de Jerusalén y los eventos que la rodearían.
Otro problema doctrinal surge de la interpretación de la tribulación en Mateo 24:21: “Porque habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá”.
Muchos han interpretado este versículo como una referencia a un futuro período de tribulación global, cuando en realidad, Jesús se refería a la destrucción de Jerusalén en el año 70 d.C., un evento que sus discípulos vivirían.
La descontextualización de las escrituras puede compararse con un cáncer en el cuerpo de Cristo. Así como el cáncer causa un crecimiento descontrolado de células que dañan el cuerpo, la descontextualización causa interpretaciones erróneas que dañan la salud espiritual de la iglesia.
El cáncer se caracteriza por el crecimiento descontrolado de células que no cumplen su función original y, en cambio, dañan los tejidos circundantes. De manera similar, la descontextualización de las escrituras lleva a interpretaciones que no cumplen con el propósito original del texto y, en cambio, causan confusión y división.
“Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias” (2 Timoteo 4:3). Este versículo advierte sobre el peligro de seguir enseñanzas que no se alinean con el propósito divino.
El cáncer daña los tejidos y órganos del cuerpo, afectando su funcionamiento. De manera similar, la descontextualización daña la comprensión y la práctica de la fe, afectando la unidad y la salud espiritual de la iglesia.
“Os ruego, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa, y que no haya entre vosotros divisiones, sino que estéis perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer” (1 Corintios 1:10). La unidad en la interpretación y aplicación de las escrituras es crucial para la salud de la iglesia.
La descontextualización de Mateo 24, ha llevado a una gran confusión y miedo entre los creyentes. La idea de un arrebatamiento secreto y una tribulación futura ha causado ansiedad y ha desviado la atención de los verdaderos mensajes de esperanza y redención en las escrituras.
“Porque Dios no es Dios de confusión, sino de paz” (1 Corintios 14:33). La correcta interpretación de las escrituras debe llevarnos a la paz y la claridad, no a la confusión y el miedo.
Las diferentes interpretaciones de Mateo 24 han causado divisiones dentro de la iglesia. Grupos y denominaciones han surgido basándose en estas interpretaciones descontextualizadas, lo que ha llevado a conflictos y separaciones.
“Os ruego, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa, y que no haya entre vosotros divisiones, sino que estéis perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer” (1 Corintios 1:10). La unidad en la interpretación y aplicación de las escrituras es crucial para la salud de la iglesia.
Para evitar los problemas doctrinales causados por la descontextualización, es esencial interpretar Mateo 24 en su contexto original. Jesús estaba hablando a sus discípulos sobre eventos que ellos mismos experimentarían, específicamente la destrucción de Jerusalén y el templo.
Jesús predijo la destrucción del templo en Mateo 24:2: “¿Veis todo esto? De cierto os digo, que no quedará aquí piedra sobre piedra, que no sea derribada.” Esta profecía se cumplió en el año 70 d.C. cuando los romanos destruyeron Jerusalén.
Las señales mencionadas en Mateo 24:29-31, como el oscurecimiento del sol y la luna, y la venida del Hijo del Hombre, deben entenderse en el contexto de la literatura apocalíptica judía, que utiliza un lenguaje simbólico para describir eventos históricos significativos de juicio contra una nación específica, y en éste caso era toda la región de Judea.
Aunque Mateo 24 se refiere a eventos específicos del primer siglo, hay principios y lecciones que podemos aplicar hoy. La vigilancia y la preparación son temas centrales en este capítulo.
“Velad, pues, porque no sabéis a qué hora ha de venir vuestro Señor” (Mateo 24:42). Este llamado a la vigilancia es relevante para todos los creyentes, recordándonos que debemos vivir en una constante responsabilidad por cumplir nuestra parte del Pacto, así como el mandato de señorear la tierra para Cristo, hasta que el monte de Jehová llene toda la tierra.
Para concluir, la descontextualización de Mateo 24, ha llevado a problemas doctrinales significativos relacionados con el arrebatamiento y la tribulación. Al entender el contexto original de este pasaje, podemos evitar malentendidos y divisiones, y enfocarnos en los verdaderos mensajes de esperanza y redención en las escrituras. Es crucial estudiar las escrituras en su contexto completo, buscando siempre la interpretación fiel y precisa de la palabra de Dios.
“Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad” (2 Timoteo 2:15). Este versículo nos exhorta a manejar correctamente la palabra de verdad, evitando la descontextualización y buscando siempre la interpretación fiel y precisa de las escrituras.
Soy hombre, y reconozco que puedo estar errado, así mismo, tu también eres hombre y también podrías estar errado. 1Co 10:12: “Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga”.
No busco convencerte de mi postura, pero lo que si busco es que cuestiones lo que crees saber, recuerda que la profecía debe ser pesada, y si lo llegas a hacer, guárdate de sacar de contexto los versículos bíblicos.
Aún cuando la mayoría de los eruditos y gente de autoridad en el cuerpo de Cristo piense de una forma, no significa que tengan la razón. Hace poco menos de dos siglos, la mayoría de los eruditos y gente de autoridad de esa época pensaban muy diferente.
Quizás te estés preguntando, ¿por qué tanto énfasis en este tema?. Y la respuesta es simple, si tenemos el rumbo desviado, no llegaremos a la meta. La Israel que salió de Egipto se desvió del propósito y nunca llegó a la tierra prometida, fue la siguiente generación la que sí pudo atravesar el Jordán.
Debemos afinar el rumbo, y ajustar los instrumentos de navegación. Nuestro destino no es el cielo, porque ya estamos en el, sentados juntamente con Cristo. Nuestro destino es el dominio de Cristo, a través de los cristos de esta generación y de las generaciones por venir, siendo los transformadores de los nuevos cielos y la nueva tierra inaugurados por Cristo al ascender a su trono. Amén.