Muchos de nosotros tenemos un concepto equivocado de la vida en Cristo, tendemos a pensar que Él hizo su parte y que nosotros estamos expuestos a equivocarnos una vez más como lo hizo Adán. Así comenzamos a pensar que el sacrificio realizado en el calvario fue bueno y necesario pero no suficiente, creyendo que falta algo más.
Está falsa creencia hace que unos comiencen a hacer obras que los hagan dignos de la eterna salvación, otros se castigan sintiéndose culpables por sus pecados cometidos. Y otros se hacen jueces de sus hermanos usurpando el puesto de Cristo para poder justificar su salvación por ser “más buenos” que los demás.
Esta es la tragedia del Cristiano de hoy, perseguido por un evangelio mal enfocado en leyes desvirtuadas y doctrinas humanas carentes del amor de Dios.
Si tan solo entendiéramos que con los rudimentos de la fe, el arrepentimiento y el servicio podemos tener sujetas todas las promesas y bendiciones espirituales que nos hacen participes de la gloria venidera.
Los hechos de la REDENCIÓN y los cinco hechos de La GRACIA Romanos 8:29-30
En el Hijo fuimos conocidos, en Él fuimos predestinados, luego llegó Adán y conocimos el pecado, en Adán vivimos como muertos, en Adán no había esperanza, en Adán el destino es la muerte eterna.
Pero llegado el cumplimiento del tiempo vino uno nacido de mujer con simiente incorruptible, Él nos llamó al arrepentimiento, y los que creyeron en Él son declarados justos, entonces el pecado exigió su paga, y en Él fuimos acusados, en Él fuimos enjuiciados, en Él fuimos hallados culpables, en Él fuimos condenados a muerte, en Él participamos de la cruz del calvario, en Él morimos, en Él fuimos sepultados, y el pecado recibió su paga, pero al tercer día la muerte no lo pudo retener porque Él no conoció el pecado, así que resucitó con poder, y como fuimos participes de su muerte, entonces también en Él somos participes de su resurrección. Él fue glorificado y recibiremos un cuerpo de gloria semejante al de Él.
Aún falta algo más, los que son glorificados, también gobernarán sirviendo con Él.
Su sacrificio fué completo, suficiente, no requiere de obras, no requiere de nuevos juicios y nuevas cruces. Todo fue consumado, todo fue hecho.
El propósito de su cruz es la salvación que nos redime y nos hace amigos de Dios. Él vino para servirnos, así opera su cruz.
Jesucristo enseña Lc 9:23: «23 Y decía a todos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame”.
Esta cruz nuestra de cada día también tiene propósito y su operación es el servicio al prójimo, gastar nuestra vida derramándola en el prójimo, esa es nuestra cruz, exhibámosla dignamente porque nos ha sido dada por Cristo, aquí está el misterio del gobierno del reino de los cielos.
Un mundo bizarro entiende que el acto de gobernar es mandar, pero cuán contraria son las cosas en el reinos de los cielos. Servir al prójimo es la síntesis del gobierno divino que se extenderá hasta a la ciudad santa que descenderá del cielo como novia ataviada.