Un gobernante desde la perspectiva del Reino es siempre el primer servidor, tiene los dones, las habilidades, los conocimientos y la gracia para ayudar a otros a levantarse. Esto es autoridad.
Los dones son entregados por Dios para ser desarrollados, los conocimientos y habilidades son los que se nos añaden a través del estudio y la experiencia del diario vivir, y la gracia está allí, cubriendo al que muere por el prójimo.
1Co 1:27-29: «sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; 28 y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, 29 a fin de que nadie se jacte en su presencia”.
Los versículos previos tienen un profundo valor para los planes de Dios, aquí están condensados los tesoros que Dios se ha provisto para enseñarnos a amar como Él ama. También la forma como el teje los hilos de sus propósitos divinos.
Así como los esclavos del molino en la imagen previa, menospreciados, viles y débiles en su condición, no por ello dejan de ser fuertes en musculatura, tratados en paciencia y humildad de corazón. Son hombres que no logran ver las virtudes que han sido pulidas por las aflicciones que les ha tocado vivir y mucho menos tienen entendimiento del propósito que el Eterno a dispuesto para ellos.
Tu que has sido escogido en Cristo para gobernar las naciones de la tierra en su nombre, no puedes ver fácilmente la importancia de tu vida. Mira a José, el hijo de Jacob, cuántas aflicciones tuvo que soportar, vendido por sus hermanos y tratado como esclavo, caído prisionero por hacer lo correcto, cualquiera en su lugar habría pensado más de una vez en quitarse la vida.
Pero el hombre no ve lo que ve Dios, un instrumento útil en sus manos era José. Su venta como esclavo le enseñó a valorar la justicia, el trato como esclavo le enseñó mansedumbre y humildad, la prisión le enseñó a valorar la vida y la libertad, hacer lo correcto le enseñó a no vender su alma como lo hicieron con su cuerpo.
Los propósitos divinos tienen alcances eternos. Hasta el día de hoy la historia de José habilita el don de Dios para aquel que abra su corazón al Padre.
Tanto José, cómo tú y yo, no tenemos entendimiento de los propósitos divinos hasta que su Gracia nos muestra el plan.
Gn 45:5: “Ahora, pues, no os entristezcáis, ni os pese, de haberme vendido, acá; porque para preservación de vida me envió Dios delante de vosotros”.
Llegará el día en que entenderás la necesidad de pasar por la vergüenza, tristeza, angustia, humillación y más CAUSAS DE BENDICIÓN, por lo cual fuimos escogidos en Cristo desde antes de la fundación del mundo.
¿Pasaste por la prostitución?, ¿pasaste por la droga y el alcohol?, ¿pasaste por la depresión?, ¿por dónde tuviste que pasar?, entonces alégrate, si estás leyendo estas líneas es porque eres un José que fue enviado delante de sus hermanos para ayudarlos a levantarse desde tu posición de gobierno y sacerdocio. Pero no basta con eso, debemos formarnos, leer, aprender, no para gloriarnos, sino para ser útil en las manos de nuestro hacedor.
Así como las aflicciones perfeccionaron al Cristo, así también lo hacen contigo y conmigo. Jesucristo quitó el velo y la enemistad, pero nos dejó las necesarias aflicciones para llegar a su estatura.