María es una Cristiana que leyendo las escrituras se topa con los siguientes versículos:
Col 1:13-14: “el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo, en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados.”
Ef 2:6: “y «juntamente con él nos resucitó,» y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús,”
Ella está con Roberto, un hermano de la iglesia, y le pregunta intrigada sobre los versículos que leyó:
María: ¿Por qué no estoy en el Reino del amado hijo, o es que si estoy y no me he dado cuenta, porque en el versículo dice que estoy en el Reino?. Y, ¿por qué no estoy sentada en un lugar celestial con Cristo, ya que estoy pasando aflicciones, calor y trabajo en esta tierra, o es que si estoy sentada en un lugar celestial con Cristo y no me he dado cuenta?.
Roberto: Pero que pobreza interpretativa tienes María, esto es fácil, el autor de Colosenses y Efesios está hablando de manera figurativa.
María: ¡Ha!, ¿entonces no estoy en el Reino y menos con Cristo sentada?, ¿entonces es una mentira, porque esos versículos hablan como si ya ocurrió?.
Roberto: ¡No!, no es mentira, Dios no miente, si estamos en el Reino y si estamos sentados con Cristo pero de forma figurativa.
María: ¡Hum!, si estoy, pero no estoy. Entonces en 1 Tesalonisenses 4:17 es figurativo también cuando dice: “Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor.”
Roberto: ¡No!, eso si es literal.
María: pero estoy confundida, ¿cómo se cuando es literal y cuando es figurado?.
Roberto: Mira María, es así como te digo, yo le he preguntado a varios pastores, y todos me han dicho que si vamos a suspendernos en el aire y vamos a estar con el Señor en las nubes. Ellos saben más y no pueden estar equivocados.
Fin del diálogo.
Amados, ésta conversación nos muestra el reflejo de la iglesia de hoy. Tenemos que aceptar que hay una tremenda pereza intelectual en las filas del cuerpo de Cristo, y no por falta de capacidad, porque tenemos la palabra en nuestra mente y corazón, y también tenemos al Espíritu Santo que mora en nosotros, así que no tenemos excusa.
¿Cuándo una palabra es literal y cuando es figurada?. Yo diría, y sin ánimos de ofender a nadie, que una palabra es literal o figurativa según la conveniencia de la doctrina del hombre que estemos estudiando.
Lo anteriormente dicho, es una aberración en contra del espíritu de la escritura, las doctrinas no privan sobre la palabra, es la palabra la que priva sobre todas las doctrinas de los hombres.
Nuestros argumentos se basan en: “la biblia dice”, pero unas veces quiere decir A, y otras veces quiere decir B. ¿Qué cosas no?.
Amados, no somos creíbles, y lo peor es que llevamos al error a muchos que por no escudriñar terminan repitiendo lo que la mayoría de su entorno dice; siempre buscando el atajo, siempre buscando la facilidad, porque hay muchos que son del pensar: ¿quién se va a poner a cuestionar lo que está establecido y quién se va a poner a reinventar la rueda?.
El propósito de quien está en la cárcel es alcanzar la libertad. El propósito de un hijo de Dios es cumplir toda justicia.
Hoy, lo que está en juego es que pasemos a la historia como una generación que no avanzó, o peor aún, obstaculizó los planes de Dios.
Nuestro reto, es llegar a ser esa generación sabia que entendió sus tiempos dentro del plan divino, cuyos hombres y mujeres se esforzaron valientemente en cumplir toda justicia.
Lo que está en juego es sencillamente cumplir o fallar el propósito divino. Es muy distinta una iglesia en carácter e imagen que quiere encontrarse con su Señor en las nubes, a una iglesia de reyes y sacerdotes que conquistan con Cristo el mundo entero como nuestra herencia, similar a cómo Josué lo hizo en la tierra prometida, ya no con armas bélicas, sino con armas poderosas de luz.
La escritura nos muestra claramente las consecuencias de cumplir o no el propósito. En Mt 24:45-51 Jesucristo dice: “¿Quién es, pues, el siervo fiel y prudente, al cual puso su señor sobre su casa para que les dé el alimento a tiempo? Bienaventurado aquel siervo al cual, cuando su señor venga, le halle haciendo así. De cierto os digo que sobre todos sus bienes le pondrá. Pero si aquel siervo malo dijere en su corazón: Mi señor tarda en venir; y comenzare a golpear a sus consiervos, y aun a comer y a beber con los borrachos, vendrá el señor de aquel siervo en día que éste no espera, y a la hora que no sabe, y lo castigará duramente, y pondrá su parte con los hipócritas; allí será el lloro y el crujir de dientes.”
El contexto de estos versículos trata de Cristo exhortando a sus discípulos a mantenerse firmes y a predicar el Evangelio del Reino hasta su llegada en forma de juicio final contra la Israel apóstata en el año 70 d.C. Todo lo que se registra en el capítulo 24 es Jesucristo respondiendo las preguntas de sus discípulos en torno a los edificios del templo y al fin de los días de ellos como nación. Cristo nunca habló en ese capítulo sobre nuestros días.
Es lícito preguntar: ¿cuál es nuestro contexto bíblico actual?. Y la respuesta la podemos encontrar claramente en Daniel 2:35: “…Más la piedra que hirió a la imagen fue hecha un gran monte que llenó toda la tierra.”
Esa es la labor para este tiempo. Nosotros, los cristos de hoy, como reyes y sacerdotes de un nuevo pacto, debemos extender el Reino de los Cielos por toda la tierra.
Creer que 1 Tesalonisenses 4:17 es una profecía por cumplirse de forma literal, es contradecir una de las normas más elementales del estudio teológico, y es la de no sacar fuera de contexto la escritura.
Todas las cartas del nuevo testamento fueron escritas para mantener firme el espíritu de la iglesia del Señor que fue perseguida por Judíos y Romanos, para mantener enfocada a la iglesia en cumplir su propósito para esos días y no dejarse confundir.
Si hay versículos en las escrituras que son para nuestros días y es nuestro deber tener la comprensión correcta de ellos. Si hay cosas por hacer, y tú y yo, estamos llamados a hacer esas cosas. Amén.