¿Amor propio?

La mentira de un mundo que aborrece todo lo que es de Dios...

¿Sabes lo que es el amor?

     Aunque el ser humano posea la capacidad de amar, sin Dios, esa capacidad se encuentra inhabilitada. Únicamente podrá manifestar los sentimientos y emociones que residen en su alma.

Amor es alguien, es Dios, no es un sentimiento, así que amar es Dios manifestando su esencia.

En consecuencia, la frase “amor propio”, carece de sentido, ya que el hombre no puede amarse así mismo, si su hacedor no está en él.

Es por eso que no hemos logrado entender el siguiente versículo de Gálatas 5:14: “Porque toda la ley en esta sola palabra se cumple: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.”

Este versículo también se podría leer de la siguiente forma: “No llegamos a amar a Dios, porque no sabemos amarnos a nosotros mismos como Él ama a quienes hacen su justicia”.

El amor propio es en realidad el ego comandando el corazón de un hombre o una mujer.

Amarnos a nosotros mismos es más que un mandamiento, es la clave que rompe toda estructura del hombre que busca justificarse así mismo, creyendo con ello evitar rendir cuentas a Dios.

Si nos amamos a nosotros mismos, entonces no mentiríamos, no robaríamos y no codiciaríamos los bienes ajenos, entre tantas cosas que dejaríamos de hacer.

Amarnos a nosotros mismos es estar con Dios en una habitación llamada Cristo.

Amarnos a nosotros mismos es vivir en la plenitud del reposo de Jehová. Cristo es el reposo de Jehová, la plenitud perfecta de todas las cosas creadas, la reconciliación de todas las cosas.

Amarnos a nosotros mismos no tiene que ver con autocomplacencia, ni con buscar lo propio, sin envanecimiento ni jactancia.

Es a través de una relación genuina con Dios que se recibe la habilitación para amar de una manera plena y divina, porque el amor verdadero y perfecto proviene de Dios.

1 Juan 4:7-8 dice: “Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios. El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor”.

Una persona que se ama así misma servirá a su prójimo con pasión, y en su boca siempre estará la frase: “apóyate en mi”.

Cristo no escatimó en darnos todo, Romanos 5:5 dice: “Y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado”.

Esto no es una promesa, es una verdad espiritual que la vive todo aquel que ha entendido la dependencia de Dios como su manera de vivir, obedeciendo al tutelaje del Espíritu Santo como el revelador de Cristo a nuestras vidas.

1 Corintios 13:1-2 es cortante a toda presunción de hombres que creen que el fin es la salvación personal, o el de hacer una justicia que agrade a Dios. El propósito de la justicia es desarrollar y mostrar el amor de Dios que nos lleva inexorablemente a la unidad con Él.

 “Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe. Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy.”

Te exhorto y me exhorto a volver a este mandamiento extraordinario, enfocando nuestros pensamientos para resolver esta gran tarea. Cuando te dejes de ver a ti, y mires al prójimo en ti, entonces empezarás con el pie derecho el camino del amor a uno mismo.

 

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