La escritura es la inspiración de la palabra de Dios, en ella esta contenida el misterio del Cristo revelado por el Espíritu Santo. Cuando el Logos se encarno en un hombre, aprendió y padeció como nosotros, con la distinción que en Él no fue hallado pecado, es decir, fue “bueno” como Dios es bueno, Él es Dios encarnado (Enmanuel). La palabra “sana” quiere decir “buena”, entonces estamos hablando que: “la sana doctrina (buenas enseñanzas) solo puede venir de Cristo”.
Toda doctrina que venga del hombre, aun cuando sea con la mejor intensión no puede considerarse buena. Esta afirmación puede resultar agria para muchos, pero en la práctica podemos afirmar que toda doctrina del hombre termina convirtiéndose en un yugo que luego ni él mismo puede llevar. El hombre termina generalizando lo que debe ser específico, saca de contexto la escritura haciéndola cambiar de sentido, se promueve un legalismo que se convierte en instrumento de justificación que hace ineficaz la fé, haciéndonos volver a las obras. La Sana Doctrina muestra el amor de Dios, no busca la condenación de nadie.